sábado, 6 de septiembre de 2008

Francamente: adiós!

Sepultemos lo muerto

En esta arena escríbenos por última vez,
Revive en este sueño líquido nuestros cuerpos una vez más;
sin amenazas, ni orgullo en fragmentos.

Pierde nuestra historia entre cuentos inventados
Abandona esta fe y disipa la niebla que creas
Sin deslumbramientos ni cegueras.

Bórrame de tu memoria como yo te estoy borrando
Desclasifícame de tu memoria como yo elimino tu recuerdo.
Sin lamentos, sin regresos, bórranos.



Un minuto

Existe un minuto del día
En que no te odio tanto
Tu rostro es un vago recuerdo
Que inspira ese sentimiento que
Encoge mi existencia y no me deja reaccionar.
En ese minuto lo negativo se minimiza
Y por sesenta segundos tus buenos tiempos
se imponen y se reduce el adiós necesario
a un capricho o confusión.
Aun es difícil recordar si tus ojos
eran grandes o pequeños
pero sí recuerdo las risas iniciales
con absoluta claridad.
Existe un minuto del día, uno nada más,
En que no te odio tanto,
Pero el segundero te conspira en contra y
al cumplirse el minuto
tus buenos momentos se olvidan
Y tu recuerdo se entierra en
El siguiente punto y final.
(...)

Orgullo, aliméntame la indiferencia!
Soberbia, promueve el olvido!
Contágiame de tu virus de amnesia
Y pon en cuarentena al corazón.
Para no dar marcha atrás,
Para no buscarte y desaparecer de ti.
Por hoy, por siempre.

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