lunes, 25 de agosto de 2008

Apócrifos ( I )

Hay un silencio grande y gordo tragándose mis buenas palabras y un sarcasmo galopante riéndose aquí adentro. Hoy la certeza inmediata es que hay que acostumbrarse a la independencia y no quedar adheridos a ideas absurdas y sobre todo a los sentimientos. Hay que acostumbrarse a la informalidad del frío, a la impersonal seducción, al juego extramoral, a la mentira honesta, a la función de teatro y al adiós.
En completa franqueza, no necesitamos la entrega mutua, ni hipotecar el corazón.
Hay que acostumbrarse a la independencia, a tener reservas, para no adherirnos con ingenuidad, hay que tener la mirada microscópica para identificar cuerpos enfermos, hay que tener el amor propio gigante para aplastar malos recuerdos. Es la libertad de estar sin compartirnos, de irnos como llegamos, sin dejar besos, ni buenos recuerdos, es la independencia de no llevarnos nada en el bolso, ni memorias, ni lamentos. Es acostumbrarse a la informalidad del frío, al intercambio impersonal, a guardar el sueño sin más ilusión que el hoy por hoy. No es egoísmo, es reserva, es la reserva que nos da la fuerza de mando sobre nosotros mismos y nuestra voz.
Hoy no peleo contra el mundo hoy pienso él. Sin Dios, sin demonio, sin familia, sin paz, sin guerra, sin vicio ni razón.
La única certeza inmediata es que hay que acostumbrarse a la independencia y no quedar adheridos a nada ni a nadie, ni siquiera a la utopía de ser autosuficientes…

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